“El maestro deja
una huella para la eternidad;
nunca puede decir
cuando se detiene su influencia”
Henriqueta
Lisboa
Hoy 27 de enero de 2015, seguimos construyendo camino, continuamos
dejando huella en ese andar que cada día exige más compromiso, dedicación y
perseverancia. Eso de ser maestro no es fácil, es en suma; el sublime juego
seductor del pensamiento materializado,
que no sólo se reivindica en la medida
en que culminamos la difícil tarea de
hacer del conocimiento una experiencia agradable, atractiva y seductora para el
estudiante, sino que reclama de todo un
sin número de cosmogonías
que enlazadas, conforman la sensibilidad del ser humano,
convirtiendo nuestras experiencias y
decisiones que tienen lugar en el quehacer docente, en hitos constructores de
humanidad.
Esta danza, esta experiencia que se suma a nuestras vidas y que demanda
de nuestros saberes previos, promovidos por lecturas como “había una voz”, crea una línea más, que nos invita a seguir
en esa danza de conocimiento, pues el
escuchar, comprender y sentir lo que se
lee, no solo requiere de un mínimo de
pensamiento razonable, o de la simple decodificación de símbolos, no, más bien
pretende propiciar el encuentro entre nuestro ser y el conocimiento, valiéndose
de estrategias como la lectura en voz alta, la cual sabemos, enaltece la vida y el significado de un texto
escrito el cual en últimas, confluye al servicio de la misma narración y del
oyente, y he allí la obra de la danza. No debemos olvidar, que esta danza loca, pedagógica y revolucionaria que no da pie a un traspié en
la búsqueda y el despertar de la humanidad en los estudiantes, es aquella misma, simple y sagaz, que enriquece el hecho del buen acto educativo, como cuando
una lectura trasciende al plano literal, y su buena comprensión no sólo sirve
para la promoción y reinado de la memoria, sino que funda en el ingenio humano del estudiante, los
lazos educativos e imaginativos para con su maestro, lazos que a lo largo del
camino se arrastran y se encorvan como el junco pero al fin lazos que nunca
se rompen. Y bajo esta premisa se llevó a cabo el gran debate en el congreso
pedagógico.
Durante este gran
debate contamos con la valiosa presencia de Juan Amos Comenio, Jean
Jacques Rousseau, Celestin Freinet, Maria Montessori, George Kerschensteiner, Federico Froebel,
Juan Enrique Pestalozzi, J. F. Herbart, Paulo Freire, Jhon Dewey y por último
Inmanuel Kant, quien dio inicio a la
tertulia que tenía como objeto teorizar
y reflexionar sobre la construcción de la escuela de hoy en cuanto a sus matices
y apuestas pedagógicas, acto que incitó seguidamente a la reflexión en torno a
preguntas como:
¿Quiénes tendrán cabida en la escuela?, ¿qué cosas debe tener
la escuela?, ¿cuál es el papel del maestro?, ¿Qué no debe faltar en la escuela?
Y por último, ¿qué tenemos en la escuela de hoy que se ha preservado con el
tiempo de las anteriores propuestas pedagógicas?, sin duda, inquietudes que a
lo largo del desarrollo de nuestras experiencias iremos desplegando para construir
nuestro propia modelo pedagógico que es en últimas el que nos define y nos
ayuda a trascender o a entorpecer nuestra labor docente. Es factible entonces reconocer que la discusión logró su objetivo y que durante la interacción
que se dio en el debate pedagógico, muchos de estos pensadores confrontaron y
quizá algunos hayan refutado sus propias creencias filosóficas, epistemológicas
y conceptuales en torno al desarrollo de su labor docente, logrando promover aprendizajes
significativos que lo estimulen e inviten a seguir en la danza seductora y sagaz
que exige el querer ser maestro y máxime cuando esta ardua labor exige constantemente
la creación de estrategias de apropiación tales como:
apropiación de roles, que implica asumir una postura crítica
y reflexiva en torno al hilo y premisas que tendremos en cuenta para el
desarrollo de nuestro quehacer docente, práctica que también reclama de una
buena apropiación y asunción de uno o varios
modelos pedagógicos flexibles, que permitan el diálogo de saberes y
la libertad, al igual que la aceptación de la disciplina con amor y la
norma, y por último la mayor
insignia y apropiación que debe tener un maestro en formación es hacerse
padre, hijo y hermano de la pedagogía
con amor, y por eso le está prohibido
dejar de danzar.
Compromisos: entregar el primer avance de la
secuencia didáctica.
La
escuela olvidada - Documental
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