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martes, 3 de febrero de 2015

Sesión 9

Hoy quiero ser una persona de luz para orientar, para guiar y hacer que mi vida se apague sirviendo a los demás.
“El Hombre Vela”.

La clase comenzó  y cada martes en Casa Olano la experiencia pedagógica comenzaba a ser más real y muchos de los estudiantes empezaron a sentirse más cerca del ejercicio docente. El profesor Manuel Triana entró al aula de clase y tras saludar a sus estudiantes  del curso Práctica I comenzó a hablar de las antes enigmáticas y ahora conocidas SD… algo que en los conceptos que maneja el circulo docente se traduce como secuencias didácticas. Luego hizo algunos comentarios sobre los blogs que están construyendo los estudiantes  del curso y en cuanto el grupo estuvo completo, puesto que algunos llegaron un poco tarde, designo los roles del día:

Computador: Diego
Fotografía: Vanessa 
Tiempo: José Manuel
Narrativa: Juan Pablo

En la primera actividad sucedió algo peculiar: música Zen invadió todo el espacio proporcionando que se formara una atmosfera de interiorización y tranquilidad. El profesor encendió una vela y la puso en el centro del salón y luego pidió a los estudiantes que hicieran un circulo a su alrededor. Se tomaron de las manos y todos se sentaron en el suelo… entonces, comenzó a resonar la historia del hombre vela:
  
Una vela encendida  representa al alma inmortal… ¡una vela encendida que ya no aguanto más!
Muy pronto se dio 
cuenta de que haber recibido la luz constituía no solo una alegría, sino también una fuerte exigencia. Si, tomó conciencia de que para que la luz perdurara en él, tenía que alimentarla desde el interior, a través de un diario derretirse, de un permanente consumirse. Entonces su alegría cobro una dimensión más profunda, pues entendió que su misión era consumirse al servicio de la luz y acepto con fuerte conciencia su nueva vocación.
También se dio cuenta de que en el mundo existen muchas corrientes de aire que buscan apagar la luz. Y a la exigencia, que había aceptado, de alimentar la luz desde el interior se unió la llamada más fuerte a defender la luz de ciertas corrientes que circulan por el mundo.
Mas aun: su luz le permitió mirar más fácilmente a su alrededor y alcanzó a darse cuenta de que existen muchas velas apagadas; unas, porque nunca habían tenido la oportunidad de recibir la luz, otras, por miedo a derretirse, las demás, porque no pudieron defenderse de algunas corrientes de aire. Y se preguntó muy preocupado: ¿Podré yo encender otras velas? Y pensando, descubrió también su vocación de apóstol de la luz. Entonces se dedicó a encender velas, de todas las características, tamaños y edades, para que hubiera mucha luz en el mundo.
Cada día crecía su alegría y su esperanza, porque en su diario consumirse, encontraba velas de todas partes. Velas viejas, velas de hombres, velas de mujeres, velas jóvenes, velas recién nacidas y todas bien encendidas. Cuando presentía que se acercaba el final, porque se había consumido totalmente al servicio de la luz, identificándose con eso, dijo con voz muy fuerte y con profunda expresión de satisfacción en su rostro… ¡Cristo está vivo en mí!”


“Había una vez un hombre llamado vela, que cansado de las tinieblas que rodeaban su existencia, se quiso abrir a la luz. Y era esa su ansia, su deseo, su ambición: recibir luz. Un día la luz verdadera se iluminaba a todo hombre, llegó con su presencia contagiosa y lo iluminó, lo encendió. Y vela se sintió feliz por haber recibido la luz que vence las tinieblas y le da seguridad a los corazones.
A ratos pensaba que hubiera sido más cómodo no haber recibido la luz, pues en vez de un diario derretirse, su vida hubiera sido un estar ahí, tranquilamente. Hasta tuvo la tentación de no alimentar más la llama, de dejar morir la luz, para no sentirse tan molesto.



La historia resultó conmovedora y permitió reflexionar sobre la luz que cada uno guarda en su interior, una luz que debe de proporcionar alivio y sosiego en cada vida. Posteriormente, los estudiantes se pusieron de pie y la vela que los iluminaba desde el centro, mientras el profesor Triana contaba la historia, comenzó a pasar de mano en mano y  de mirada en mirada  cada boca  le decía a  unos oídos  “la sabiduría es la luz y yo te la comparto porque quiero que te invada a ti”, “mi luz es el amor y hoy, a través de esta vela, yo te lo doy”, “mi luz es la esperanza… recíbela por favor ya que deseo que camine contigo”.  De esta manera, y con algunas lágrimas en los ojos, terminó la primera actividad.

   




   

El ejercicio docente se caracteriza por ser un conjunto en el que se encuentran armónicamente la reflexión y la lógica, puesto que, como es ya sabido en nuestra época, la mente humana percibe tanto lo abstracto como lo concreto sin escatimar en ninguno de los dos extremos. Ahora bien, considerando este asunto como polaridades que se encuentran en un conjunto para conformar una unidad,   actividades tales como ejercicios básicos de lectura para aprender a seguir instrucciones, acertijos para llegar a casa, trabalenguas y otra clase de juegos didácticos, son la parte que hace de la mente humana este conjunto completo al que nos estamos refiriendo.  El objetivo que cumplen dentro de la enseñanza este tipo de actividades no es precisamente el de pasar el tiempo en base a algún entretenimiento; es, todo lo contrario, detener el tiempo para dar cabida  en el espacio al aprendizaje y la enseñanza acompañados de la diversión que proporciona la atención y la  concentración. En otras palabras, lo que ha pretendido decirse es que después de la reflexión que proporcionó la historia del hombre vela (extremo subjetivo - abstracto) la clase fue sucedida por una serie de actividades  individuales en los que el estudiante debía leer muy atentamente el texto  que se le pasaba para responder acertadamente a lo que se le peguntaba (extremo objetivo – concreto). Este tipo de ejercicios, después de un momento de interiorización,  permiten a los estudiantes desarrollar más profundamente la parte racional de la mente.



         

Cuando hubieron terminado esta serie de actividades se  proyectó en el televisor del salón un video en el que cinco chinos eran golpeados cada vez que no eran capaces de pronunciar acertadamente algunos trabalenguas. El objetivo de este estrafalario video era  mostrar a los estudiantes otras formas de promoción de lectura y ayudarles a comprender, en cierta medida, que la creatividad juega un papel muy importante en la práctica docente.



La clase se cerró con un acercamiento a la poesía donde el poema de Gia Franco Pagliaro titulado “El Pacto”, y el de Miguel Ramos Carrión titulado “El seminarista de los ojos negros”, acompañados de “El duelo del mayoral” del Indio Duarte, “El amor” de José Luis Perales, y finalmente “A mi padre” de Manuel Orta, fueron declamados en un reproducción sonora mientras que los estudiantes del curso seguían la lectura de los mismos en el papel. 
















Finalmente, se acordaron los siguientes compromisos:

Antes del 10 de febrero debe entregársele al profesor  la secuencia didáctica corregida.
El martes 10 de febrero se expondrán todas las secuencias didácticas.

El martes 24 de febrero se realizaran las exposiciones finales de los blogs y para esta misma fecha es la entrega definitiva de las secuencias didácticas.